Los que titubean ante el esfuerzo, es porque tienen adormecida el alma. El gran ideal da siempre fuerza para domar el cuerpo, para soportar el cansancio, el hambre, el frío.¿Qué importan las noches en vela, el trabajo abrumador, o el dolor, o la pobreza? Lo esencial, es conservar en el fondo del corazón la gran fuerza que alienta e impulsa, El dolor se ha transformado en alegría porque, gracias a él, nos damos más por entero, y el sacrificio nuestro se purifica.