Si algo valoro es la capacidad de pensar por uno mismo y si algo detesto es que alguien haga o diga algo que realmente no siente. Para mí, las cosas sólo tienen valor cuando salen de dentro; de ahí que me guste la gente espontánea y me toque mucho las narices la falsedad que subyace a la expresión “políticamente correcto”. A esto hay que añadir que soy impaciente y que me gusta la gente con sangre en las venas.