He aprendido que la libertad no consiste en correr a lo largo sino en correr por dentro, en ser un atleta interior, un fondista del pensamiento. Estos hijos de perra pueden imponerte el pijama pero no los sueños. Ahora comprendo que soy libre para estarme quieto entre mis propios brazos. Por las noches me entregan todavía una novela terapéutica pero no hago caso, así que los enfermeros acabaron por aceptar que alguien como yo mejora mucho si lee con la luz apagada...