Si pudiera hablar de mí, presentarme como soy, con mi historia de fracasos y logros, resumida en cincuenta caracteres, podría decirse que soy poco interesante. Al hablar de uno es inevitable caer en la vanidad de citar virtudes, sin enfatizar los defectos. Es por eso que prefiero que otros hablen de mí, bien o mal, cada uno sabrá el porque.